Marnie, la ladrona

Alfred Hitchcock desarrolla varios de sus temas favoritos: una intriga criminal llena de apuntes psicoanalíticos, el fetichismo, la fascinación por una rubia (en este caso Tippi Hedren, otra de las actrices hitchcocknianas por excelencia) y los cambios de identidad. La película es una adaptación de una novela de Winston Graham en torno a una mujer que se ha vuelto cleptómana como consecuencia de un shock traumático ocurrido en su infancia.

Mark Rutland, un viudo fetichista, director de una importante editorial reconoce en Marnie Edgar, una joven que acude en busca de empleo, a la persona que robó la caja de caudales de un colega. Pero él se siente atraído por ella por lo que acaba contratándola. Poco después advierte que también han robado en su empresa y decide seguirla.

Una de las películas más populares del mago del suspense que el maestro Hitchcock llena de detalles bastante perversos.