La madre muerta

Durante un robo nocturno, el psicópata asesino Ismael López de Matauko dispara a la dueña de la casa. Antes de abandonar el lugar, el hombre descubre un pedazo de chocolate del que se apodera rápidamente. El asesino siente una extraña presencia: los ojos de una niña le amenazan en la oscuridad, testigo de lo sucedido, y que le provoca un trauma mental. Años después, Ismael comparte su oscura y violenta existencia con una enamorada mujer francesa, Maite. La casual aparición de la niña, Leire, convertida en una bella joven de aparente incapacidad mental, producirá en el asesino un obsesivo sentimiento de inseguridad y atracción que cambiará radicalmente la vida de los tres. Ambiguamente atraído por ella, la rapta para que viva junto a él y su amante francesa. La convivencia entre los tres se volverá progresivamente turbia y crispada. La posterior llegada de la enfermera, Blanca, aumentará el brutal clima de tensión.